Aún
hoy en día en Occidente se tienen ciertos prejuicios sobre el cine de
animación. No habiendo una distinción entre la población general, incluso sobre
el país de origen de la película o la temática. Todo ello se puede justificar
con la diferencia de el acercamiento de Oriente y Occidente a ésta
manifestación.
Por
una parte en Occidente es imposible hablar sobre animación sin mencionar a Walt
Disney, ya que marcó los parámetros a seguir en éste medio. Pero no sólo lo que
corresponde a técnica sino también a temática. Desde sus inicios fue algo
dirigido a un público infantil, lo cual no dejaba fuera a un público de todas
las edades, más sin embargo aquello que era incluir a cierto público, se tomó
como la exclusión de todo lo demás. Los adultos se resisten aún a ver una
película de animación por gusto propio.
Al
contrario, en Oriente, aunque se basaron en la técnica de Walt Disney, la
animación se vio como una oportunidad de explotar la técnica a favor del
discurso o el tema. Japón como un país que fue creciendo rodeado de imágenes
caricaturescas en dos dimensiones, a la par que se desarrolló el manga o historieta japonesa, se dio la
llegada del cine en el país, y así vio como un proceso lógico llevar esas
historias al movimiento. Por lo tanto la temática que se plasmó desde un inicio
en las películas de animación fue muy variada, tan variada como lo es la
temática del manga, que llega a tener
un discurso social y filosófico.
La
animación se puede considerar como un aspecto tecnológico en el que se ha
avanzado, y apoyado a la cinematografía e incluso al arte. Por una parte
cercano a las artes plásticas, y por otra a manifestaciones audiovisuales y por
lo tanto dinámicas. Las posibilidades que se tienen son muy amplias. Pero es
más fácil que el creador tome en cuenta esto, a que lo tome en cuenta el
espectador occidental.
Generalizar
que las películas de animación, o la animación en general esta hecha para un
público infantil, es caer en un gran error. Además de las cuestiones culturales
que se heredan, también esta el hecho de la valorización de las obras dirigidas
a un público infantil. ¿Es acaso que tienen un valor menor?.
Otra
de las polémicas que ha llegado a ser tabú, es la animación en 3D, ya que se comenta
que los actores podrían ser reemplazados. Dicha idea puede ser interpretada
como el mismo miedo que tiene el ser humano a quedar obsoleto ante los objetos
de su propia creación. Temor plasmado en las obras de ciencia ficción, pero que
no es más que una expresión pura de aquello que se lleva muy dentro de la
conciencia humana.
La
animación japonesa ha sido pionera en varios aspectos técnicos de la animación
en 3D, pero sigue valiéndose de las demás técnicas. Así como los pintores hoy
en día siguen utilizando las técnicas tradicionales junto con las técnicas
digitales.
El
descartar la temática sólo por la técnica, y criticar a ésta última si es
bastante avanzada, son acciones que requieren de argumentos; los cuales no se
han citado o al menos no lo suficientemente válidos. ¿Es acaso que el asombro
del siglo XIX ante las manifestaciones orientales se convirtió en un temor en
el siglo XX?.
El
cine puede verse como la música y el teatro, donde requiere de al menos 3
personas para que haya una comunicación, para que la obra hable. Primeramente
esta el autor, luego el interprete o el actor, y finalmente el espectador. ¿Es
acaso que en la animación se prescinde de los actores? Mas aún están aquellos
técnicos realizadores de la idea primaria del autor. ¿Qué tanto es
sencillamente técnica de animación y una interpretación de lo que el director
dicta sobre la obra?. Pero finalmente el que orquesta la obra es el director,
que es igualmente debatible y cuestionable su participación en la postura del
teatro, la música y el cine. No se puede negar que el director también tiene un
reconocimiento oficial. Donde más bien el director sube a condición de autor
junto con el escritor del guión.
La
expresividad y la idea no quedan comprometidas en la animación, sino que se
presta a un engrandecimiento, y a un acercamiento quizás más directo, de lo que
es la idea en la cabeza del creador o creadores (guionista y director) al
resultado fílmico. Ya que se pasa directamente a la interpretación del espectador
sobre la obra, sin pasar por el intérprete, que la hace de intermediario o
ejecutante de un papel.
Como
una manifestación relativamente nueva el cine de animación, en especial el
japonés, no cuenta con el apoyo de todo tipo de público, en especial en
Occidente. Pero de una forma u otra, cuando cada quien le de la oportunidad de
ser visto, en la variedad de temática y técnica encontrará algo con lo que
establecer esta comunicación. ¿Por qué negarse a escuchar?, incluso los más
pequeños hablan para comunicar algo, ¿cómo saber si es algo trascendente si no
se le da la oportunidad?.
Lanz Angel, Mayo 2008
http://langaria.net/2008/05/12/interpretaciones-de-la-animacion-japonesa/
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